Tesoros Ajenos

Me hubiera gustado escribirlo yo, pero al menos he podido leerlo.

viernes, noviembre 19, 2004

ESOS LOCOS BAJITOS. (Joan Manuel Serrat)

A menudo los hijos se nos parecen,
así nos dan la primera satisfacción.
Esos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.

Esos locos bajitos que se incorporan
con lo ojos abiertos, de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres.
Y a los que, por su bien, hay que domesticar.

Niño, deja ya de joder con la pelota.
Niño, que eso no se hace
que eso no se dice
que eso no se toca.

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos para dormir.

No empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos transmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada y en cada canción.

Nada ni nadie puede impedir que sufran.
Que las agujas avancen en el reloj.
Que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día nos digan adiós.

martes, noviembre 09, 2004

DON JUAN TENORIO Act 4 Sc 3. (José Zorrilla)

¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
I
Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esta orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando al día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
II
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita como manso aliento;
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador
llamando al cercano día
¿No es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?
III
Y mis palabras que están
inflamando en tu interior
un fuego germinador
no encendido todavía
¿No es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
IV
Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas;
y ese encendido color
que en tu semblante no había,
¿No es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor?

Oh sí, bellísima Inés,
espejo y luz de mis ojos
escucharme, sin enojos,
como lo haces, amor es:
mira quí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.