DON JUAN TENORIO Act 4 Sc 3. (José Zorrilla)
¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
I
Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esta orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando al día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
II
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita como manso aliento;
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador
llamando al cercano día
¿No es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?
III
Y mis palabras que están
inflamando en tu interior
un fuego germinador
no encendido todavía
¿No es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
IV
Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas;
y ese encendido color
que en tu semblante no había,
¿No es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor?
Oh sí, bellísima Inés,
espejo y luz de mis ojos
escucharme, sin enojos,
como lo haces, amor es:
mira quí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
I
Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esta orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando al día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
II
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita como manso aliento;
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador
llamando al cercano día
¿No es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?
III
Y mis palabras que están
inflamando en tu interior
un fuego germinador
no encendido todavía
¿No es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
IV
Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas;
y ese encendido color
que en tu semblante no había,
¿No es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor?
Oh sí, bellísima Inés,
espejo y luz de mis ojos
escucharme, sin enojos,
como lo haces, amor es:
mira quí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.
2 Comments:
At 17 de noviembre de 2004, 13:25, Kenny said…
olé, eres un crack, aquí aprendiendo de los maestros frescos... (por cierto, tendríamos que memorizarlo para recitarlo juntos alguna vez, la peña se partiría), en el retiro de Vitoria...
At 25 de noviembre de 2004, 23:12, evidentemente yo said…
anda... entre vosotros con eso, y los de exegesis con el "quisiera ser...", no teneis precio como galanes:P
Publicar un comentario
<< Home